Por Marco Bonilla
“A veces pienso que en el trabajo me
odian, pero me acuerdo que soy de control interno y se me pasa”.
Desde tiempos
inmemoriales se concibió la figura del CONTROL, como una práctica asociada a la
vigilancia, al dominio mediante el uso de la fuerza, al establecimiento del
control por medios policivos, a veces bajo presiones atribuibles a
manifestaciones de miedo o castigo, razón por la cual nuestras actuaciones
obedecían prácticamente a tratar de hacer las cosas bajo intimidación física,
psicológica o ante toda clase de repercusiones negativas, constituyéndose en el
pasado la figura del control como una cultura represiva,
Paradigma que por fortuna cambio en su concepción y
que por supuesto debe ser un referente importante desde la misma cultura
familiar encaminada y comprometida con el desarrollo de la persona y con la
realización de valores esenciales y con
miras a la formación integral, desarrollada posteriormente desde las aulas de
estudio, la investigación y la
participación de la comunidad universitaria en la vida política, cultural y
socioeconómica de la nación; dentro de
un contexto académico pero material dedicado a observar las necesidades
arraigadas y severas que afronta los países, como es el caso de la corrupción,
el Fraude y el ineficiente manejo de los recursos, para que desde su
competencia sean sus profesionales los forjadores de administraciones limpias,
con comportamientos éticos, fundamentados esencialmente en una nueva cultura de
lo que significa controlar.
La Administración moderna ante la necesidad de generar
operación y gestión de manera mediática y con alto contenido de utilidad, asume
riesgos que por lo general no son fáciles de contener y que en la mayoría de
ocasiones generan descalabros a las organizaciones, mucho más difícil de recuperar.
Para hacer más fuerte
y consistente éste proceder, es necesario la adopción de una serie de elementos
formales, intrínsecos dentro de las propias funciones, procesos y actividades, so
pena de caer en el fracaso, y estoy refiriéndome a CONTROLES como la
planeación, presupuestación, calidad del talento humano en todos los niveles,
sistemas de información automatizados y fiables, procesos y actividades
administrativas formalizadas y
controladas a través de indicadores y metas como una manera de corregir
el rumbo y de aplicar el AUTOCONTROL.
De modo que el problema no es, detectar las causas y la
materialidad de los hechos a través de auditorías posteriores y selectivas, si
no la de generar acciones preventivas a través de prácticas de control interno
que garanticen el adecuado manejo, uso y aplicación de los recursos.
De tal suerte
que la respuesta ésta en el fortalecimiento del control interno, donde la
responsabilidad y el control recaiga sobre los gerentes, directores,
presidentes y todos los que hacen parte de la organización en razón a sus roles
y competencia, comprometidos y éticos.
Hasta pronto…..
Blog: marcontrol.blogspot.com
0 comentarios:
Publicar un comentario