Desde
tiempos inmemoriales se concibe la figura del CONTROL, como una práctica
asociada a la vigilancia, al dominio mediante el uso de la fuerza, al
establecimiento del control por medios policivos, a veces bajo presiones
atribuibles a manifestaciones de miedo o castigo, razón por la cual nuestras
actuaciones obedecían prácticamente a tratar de hacer las cosas bajo intimidación
física, psicológica o ante toda clase de repercusiones negativas, recuerden
como nuestro padres y abuelos, nos intimidaban con la figura del “Coco”, o…..
le voy a decir a ese policía para que se
lo lleve, si no….
Lo
anterior supone que, la práctica del control como nueva cultura, debe ser un
referente de la educación superior, encaminada y comprometida
con el desarrollo de la persona y con la realización de valores esenciales y con miras a la formación integral, la
investigación y la participación de la comunidad universitaria en la vida
política, cultural y socioeconómica de la nación; dentro de un contexto académico pero material
dedicado a observar las necesidades arraigadas y severas que afronta los países,
como es el caso de la corrupción y el ineficiente manejo de los recursos, para
que desde su competencia sean sus profesionales los forjadores de
administraciones limpias, con comportamientos éticos, fundamentados
esencialmente en una nueva cultura de lo que significa controlar.
Nos hemos quedado en los informes de auditoria, desnudando
en cada ejercicio las falencias y hallazgos negativos, sin que se tomen los
proveídos necesarios, que mitiguen en gran proporción el motivo del desgreño
como se manejan los recursos especialmente los públicos y que en nada mejora la
imagen nefasta y negativa con que se mira la función pública, y lo que es más
vergonzoso sin que se tomen medidas oportunas y ejemplarizantes para aquellos
que desangran las limitadas finanzas del
estado, en perjuicio de los sectores más pobres y vulnerables de la nación.
La Administración moderna ante la necesidad
de generar operación y gestión de manera mediática y con alto contenido de
utilidad, asume riesgos que por lo general no son fáciles de contener y que en
la mayoría de ocasiones generan descalabros a las organizaciones, mucho más
difícil de recuperar.
Para
hacer más fuerte y consistente éste proceder, es necesario la adopción de una
serie de elementos formales, intrínsecos dentro de las propias funciones,
procesos y actividades, so pena de caer en el fracaso, y estoy refiriéndome a
la planeación, presupuestación, calidad del talento humano en todos los niveles,
sistemas de información fiables, procesos y actividades administrativas
formalizadas y controladas a través de
indicadores y metas como una manera de corregir el rumbo y de aplicar el autocontrol.
De modo que el problema no es,
detectar las causas y la materialidad de los hechos a través de auditorias
posteriores y selectivas, si no la de generar acciones preventivas a través de prácticas
de control interno que garanticen el adecuado manejo, uso y aplicación de los
recursos.
Lo
anterior y en relación con las notas y artículos publicados en www.auditool.org y marcontrol.blogspot.com, reafirma, que la tarea de las auditoria y la
prácticas del control interno, más que detectar errores o desviaciones
significativas de los recursos y bienes (irrecuperables), es la de recomendar y
perseverar para que de manera preventiva se apliquen controles que contengan y
minimicen la comisión de este flagelo que desangra el patrimonio de las
empresas y desestimula la vocación de inversión y fomento de empleo.
Hasta pronto…..
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