sábado, 16 de marzo de 2019

El Control Interno, un tema Cultural



“El término cultura, que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre. Su definición ha ido mutando a lo largo de la historia: desde la época del Iluminismo, la cultura ha sido asociada a la civilización y al progreso”.
Por su parte el “Control Interno” se fundamenta en el AUTOCONTROL. Definido como  “la capacidad de cada persona, independientemente de su nivel jerárquico dentro de la organización para evaluar su trabajo, detectar desviaciones, efectuar correctivos, mejorar y solicitar ayuda cuando lo considere necesario de tal manera que la ejecución de los procesos, actividades y tareas bajo su responsabilidad garanticen el ejercicio de una función administrativa transparente y eficaz”.
Este  Autocontrol al considerarlo como inherente e intrínseco a todas las acciones, decisiones, tareas y actuaciones a realizar,  en procura del logro de los propósitos de la entidad, por lo que el ejercicio de esta capacidad requiere de las personas:
  • Compromiso, competencia y responsabilidad con el ejercicio de su labor.
  • Responsabilidad para asumir sus propias decisiones y autorregular su conducta.
Así las cosas, todos y cada uno de nosotros tenemos un control interno, consecuencia del cultivo del espíritu humano y facultades intelectuales dadas al hombre.   ¿Cuáles son esos elementos que hacen parte del sistema de control interno propio?:
  • Los principios y valores arraigados a través de nuestra familia
  • Los procesos educativos;
  • Las reglas y normas de conducta a las que nos sujetamos;
  • Políticas adoptadas como principios de actuación;
  • Las estrategias que empleamos para lograr los objetivos y metas;
  • La planeación como rigor de organización y seguimiento;
  • El presupuesto, como plan financiero, instrumento de gestión y medida de control;
  • Los proceso y procedimientos o también llamados “la forma como cada quien hace las  cosas”;
  • El perfil profesional, laboral y personal, frente a sus propósitos;
  • La información aprendida (memoria) y la forma de comunicación;
  • La aprehensión de riesgos como control para prevenir contingencias;
  • La memoria histórica de experiencias vividas;
  • El ambiente de control donde reside o se desempeña
  • Y finalmente el autocontrol, como la capacidad de auto controlarse por sí mismo.
Todo esto asociado a lo que podríamos describir como nuestro componente CULTURAL.
Es precisamente la reflexión que  cada uno de nosotros debemos hacer, y es la que nos llevara a revisar nuestro control interno para establecer donde es que estamos fallando y cual de esos y otros elementos son los que debilitan nuestro actuar, nuestro ánimo, nuestra economía, nuestra relación afectiva, nuestra salud, o aquello que realmente queremos y que nos impide ser felices que es lo que buscamos todos.
El control interno es “la mejor forma de hacer las cosas”, como lo he anotado en muchos de mis escritos; es la impronta de las organizaciones; es la seguridad del proceso, de la actividad, y la imagen CULTURAL del sujeto mismo.

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