Hace ya algunos años, con motivo de una experiencia en la sustentación de un informe de auditoría, no me sorprendió la actitud de un representante legal, quien una vez terminada la reunión con el grupo auditor, donde se expuso los diferentes hallazgos detectados en los estados financieros como en el sistema de control interno, por demás reales y soportados, y ante los resultados desalentadores expuestos, expreso, “en la forma como ustedes presentan los resultados de su labor de auditoría, me hacen sentir que me equivoque como administrador y como profesional… de nada ha servido el esfuerzo y empeño que con mi equipo de trabajo he realizado desde la llegada a esta organización”.
Esta sencilla pero sentida reflexión, en su momento me hizo entender que si bien la auditoria es un proceso especialmente dirigido a detectar inconsistencias, es nuestro deber moral y profesional reconocer y exaltar sin exageraciones la gestión de las empresas y sus gerentes, buscando así un equilibrio que no maltrate a la administración y si por el contrario genere un ambiente proactivo y de confianza que se refleje en una mayor aceptabilidad a la tarea de auditoría y una disposición de mejoramiento continuo en la organización.
De estas circunstancias nace el hecho que el auditor debe aprovisionarse de una información integral que genere contraste sobre las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas de la organización y permita presentar sin equívocos un resultado de auditoría más justo e integral. Debemos entender que muchos de los resultados que se registran y consolidan en los estados financieros provienen en su mayoría de circunstancias administrativas y que más que detectar fallas es identificar sus causas de carácter interno pero también externo, que una vez controlados propiciaran el mejoramiento de la organización.
De tal hecho nace la necesidad, y antes de la reunión de discusión del informe, realizar un paralelo entre los hallazgos positivos frente a los negativos, que generen una visión crítica pero proactiva que sin duda permitirá a las auditorias un posicionamiento de consideración y respeto frente al ente evaluado.
De manera que es importante revisar los siguientes documentos, que sin duda contribuirá al profesional de auditoría a concebir un juicio real pero independiente:
• Misión, Visión, objetivos, estrategias y valores de la entidad.
• Plan de acción de la organización y sus indicadores.
• Plan de compras asociado al instrumento presupuestal.
• Informe de gestión de la organización y por áreas.
• Notas explicativas de los estados financieros.
• Políticas de la organización.
• Informes de auditoría Interna y externa y revisoría fiscal de periodos anteriores.
• Plan de mejoramiento.
• Estudios económicos e indicadores del sector.
• Informe financiero y presupuestal.
• Evaluación del sistema de control interno, años anteriores.
¿Para qué?
Sin duda, lo que el auditor debe estar permanente evaluando, son las actuaciones de la organización en pos de cumplir con la misión institucional.
Que los planes de acción estén dirigidos a coadyuvar los intereses y objetivos a corto y mediano plazo de la organización, asociado a una presupuestación que permita financiar sin incertidumbre las tareas, metas e indicadores propuestos.
Informes de gestión que clarifiquen de manera transparente el actuar de la administración y las diferentes áreas misionales y de apoyo.
Notas explicativas de los estados financieros, que reseñe con detalle las políticas y eventos relevantes que impactan sobre los estados financieros.
Informes de control, a fin de contrastarlos contra la gestión de la administración.
Planes de mejoramiento, que indiquen los compromisos, pero también las acciones generadas para obtener mayor calidad.
Comportamiento del entorno a fin de generar comparación frente a la competencia y oportunidades y amenazas a prever.
Gracias,
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